Un corazón,
lleno de ilusión.
Un marinero,
perdido en el tiempo.
Una sonrisa,
lanzada al viento
sin una verdadera explicación.
Porque un amor,
sincero y duradero
no tiene por qué ser el verdadero,
sino más bien, el que un día te robó el corazón
y lo llenó de ilusión,
que se lo llevó tu marinero
y se perdió en el tiempo.
Y cantar y saltar,
por una simple posibilidad,
por una oportunidad.
Para coger el tren,
que te hace sentir tan bien.
Y meterte en un vagón
perdiéndote en el tiempo
con aquel marinero
que te robó el corazón.
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